UNA EMPRESA SERIA,
PARA NEGOCIOS EN
SERIO

Somos una empresa argentina pionera en fabricación de colorantes al sulfuro líquidos ecológicos y auxiliares para la industria textil.


Fábrica y Laboratorio Arsul


Nuestra fábrica es el espacio donde las ideas se hacen tangibles. En el laboratorio trabajamos para crear productos a medida y testeamos los resultados para lograr la calidad que nos caracteriza. Una vez que encontramos la fórmula correcta, la elaboración se lleva adelante en grandes recipientes donde se mezclan cada uno de los componentes a gran escala. Finalmente, en el mismo edificio, envasamos el producto en contenedores listos para entregar.

Nuestros valores


Compromiso

Con las necesidades del cliente.

Espíritu de equipo

Cooperando y aprendiendo unos de otros.

Excelencia técnica y calidad

En asesoramiento y productos.

Honestidad

Entre nosotros y hacia nuestros clientes.

Nuestra historia


La historia de Arsul empieza casi por casualidad a mediados de la década de los 80. José Luis Decurgez trabajaba como Gerente de ventas en una empresa internacional centrada en la producción de colorantes y auxiliares textiles y José Tur como Gerente de una planta de producción de productos textiles. Se conocieron como proveedor y cliente pero a lo largo de los años, y a pesar de haber cambiado de trabajo, supieron cultivar una amistad que sigue en pie hasta hoy en día.

A mediados de los 90, con la idea de desarrollar colorantes al sulfuro para abastecer el mercado nacional, nació Arsul. José Luis encabezó el área comercial, José aportó su experiencia técnica para desarrollar el método de fabricación adecuado y otros dos socios participaron de la producción y administración. En 1995 se decidió la disolución de la sociedad y Arsul, que ya estaba inscripta y funcionaba de forma independiente, quedó en manos de José y José Luis, los actuales socios gerentes de la empresa.

El arranque fue complicado, por ese entonces la fábrica funcionaba en un espacio compartido y no teníamos un lugar propio para trabajar. En 1999 nos mudamos al edificio de Munro que aún sigue en pie. Instalamos cada caño y cada máquina por nosotros mismos. Durante el 2001, ya con espacio propio, los pedidos entraban a cuentagotas y la camioneta de Roberto, el fletero, salía una vez por semana con suerte. Nos sentábamos a tomar mate y nos mirábamos esperando que sonara el teléfono. Pero nunca dejamos de apostar a lo que hacíamos. En un año y medio las cosas empezaron a mejorar y todo el tiempo que invertimos sembrando un campo seco sin posibilidad de ver resultados inmediatos valió la pena. La crisis nos sirvió para fortalecer nuestra relación y entender mejor qué lugar ocupamos en el mercado.

Después de años de arduo trabajo y algunos viajes a Brasil y Estados Unidos en los que empezamos a abrirnos camino en el exterior, llegó el sueño: El edificio donde hoy funciona Arsul. No pensamos que iba a suceder y lo logramos. Esto hubiera sido imposible sin nuestro equipo de trabajo, que mejora cada día gracias a nuestros empleados.

Somos una familia donde prevalece el amor por lo que hacemos.